Muchos, cuando pensamos en Internet, pensamos en entretenimiento, en estar en contacto con otras personas y poder acceder a una fuente de conocimiento casi infinita.
Como otras áreas de la vida, la Red también entraña todo tipo de peligros, y hoy vamos a repasar algunos de los momentos más oscuros. Chats, crímenes e historias que dejan la sangre helada.
El primer asesino en serie de Internet
Para todos sus vecinos de Misuri, John Edward Robinson era un hombre familiar que acudía regularmente a la iglesia. El 2 de junio del año 2000, la policía de Kansas City le detenía gracias a las denuncias de dos mujeres.
Afirmaban haber sido maltratadas por Robinson, después de haber aceptado ser sus esclavas sexuales en habitaciones de motel. Declararon fueron obligadas a hacer cosas que no querían y que (contra su voluntad) fueron fotografiadas.
Además, una de las dos mujeres también le acusó de haber robado todo tipo de objetos sexuales (látigos, fustas, etc.) por un valor de 700 dólares.
Cuanto tuvieron la orden de registro, la policía encontró en una de sus propiedades los cuerpos de dos mujeres en descomposición (los cadáveres estaban metidos en barriles). Reconoció haber asesinado a ocho mujeres, aunque la investigación consiguió pruebas sobre al menos diez.
Muchos consideran a Robinson el primer asesino en serie de Internet, y este utilizada páginas de chat en Internet para captar sus víctimas, utilizando el nick de “negrero”.
Fue juzgado en Kansas en 2002, siendo condenado a muerte. Tres años más tarde, la Corte Suprema de Kansas dictaminó que la pena de muerte era anticonstitucional, conmutando su pena por cadena perpetua.
Curiosamente, en el 2006 el Tribunal Supremo de los Estados unidos anuló la sentencia de Kansas (algo que él recurrió el año pasado), así que John Edward Robinson está esperando a que le administren la inyección letal.
Buscar a alguien que te asesine
Sharon Lopatka también forma parte de las primeras historias oscuras de Internet. A sus 35 años, en 1996, esta chica del Estado de Maryland entabló amistad a través de Internet con Robert Glass, un programador que le llevaba 10 años.
En octubre de ese año, Lopatka inició un viaje a 500 kilómetros de distancia en busca de Glass, sabiendo que ese sería su último viaje. Dejó una carta a su marido Victor, en la que le comunicaba lo siguiente:
“Si no recuperan mi cuerpo, no te preocupes. Debes saber que estoy en paz”.
Al igual que Lopatka, Glass era un amante de Internet. Los investigadores creen que comenzaron a intercambiar mensajes ese mismo año, coincidiendo dos voluntades un tanto escalofriantes: ella quería ser torturada y a él le gustaba torturar.
De hecho, en un primer mensaje, Lopatka le pedía que la atase y la estrangulasemientras estaba a punto de llegar al orgasmo. Glass aceptó y la policía encontró el cuerpo el 25 de octubre, enterrada en casa de Glass.
Aunque se considera el primer caso de homicidio consensuado a través de Internet, lo cierto es que Glass fue condenado por homicidio involuntario, muriendo en el año 2002 a causa de un ataque al corazón.
A qué sabe la carne humana
Otro de los sucesos más macabros de la historia de Internet está protagonizado por Armin Meiwes, conocido mundialmente como el “caníbal de Rotemburgo”. En 2001 contactó a través de Internet con Bern Brandes, un usuario que sufría una severa depresión y que anunciaba en la Red que se ofrecía para ser comido por otra persona.
Cuando se encontraron, Brandes ingirió alcohol y pastillas para dormir, para luego cortarse su propio pene. Meiwes lo cocinó y ambos lo probaron (algo que hizo con otras partes del cuerpo).
En el documental que aparece a continuación, Miewes afirma que llevaba más de 40 años soñando con este momento: “fue un sentimiento que no puedo describir”.
Por si fuera poco, Miewes le apuñaló e introdujo el cuerpo en una bañera. Cortándolo y comiéndolo por trozos durante 10 meses. Al principio negó lo sucedido, pero un giro en su declaración hizo que le condenaran a ocho años de cárcel en 2004.
La defensa de Miewes aseguraba que se trataba de una “eutanasia asistida”, pero al final le acusaron de “realizar una fantasía”, catalogando este caso como homicidio.
El lado oscuro de Internet
Uno de los “juegos” que más polémica ha levantado en los últimos años es el llamado “Ballena Azul”. Se trata de un reto progresivo en el que se busca que la víctima acabe quitándose la vida.
Para ello, una persona (denominada “curador” o “guardián”) se encarga de contactar a la víctima a través de Internet e ir guiándola a través de este macabro juego social. La lista de tareas va desde marcarse la piel con una navaja, ver películas de terror en la madrugada, no hablar con nadie durante un día, etc.
Muchos se preguntan si las víctimas quieren suicidarse por el juego (y toda la presión que se genera sobre ella) o si estas personas ya querían sucidarse y encuentran el juego.
En países como Rusia, Colombia o Francia llegó a cobrarse bastantes víctimas de jóvenes y las autoridades tuvieron que alertar a los padres sobre la existencia de este peligrosísimo reto.
En Japón, existe otra moda en la que varios desconocidos contactan a través de Internet y deciden suicidarse colectivamente. Por ejemplo, en 2004 se suicidaban nueve jóvenes y se aseguraba que en 2003 se suicidaron en Japón 34.427 personas (34 fueron acciones colectivas acordadas a través de Internet).
No podemos hablar de muertes causadas a través de Internet sin mencionar la Darknet, un lugar donde el anonimato posibilita que algunos seres humanos intenten hacer realidad sus deseos más oscuros.
Uno de los mitos más recurrentes de la Deep Web es que se puede contratar a un asesino, pero la realidad es que en la mayoría de los casos las personas que buscan este servicio acaban siendo estafadas.
Ocurre algo parecido con las llamadas Red Rooms, supuestas páginas en las que (a cambio de criptomonedas) puedes presenciar o participar en una tortura o asesinato en directo. Nuevamente, nos encontraríamos ante una leyenda urbana.
Como vemos, además de vídeos de gatitos, unboxings, popups y redes sociales, Internet también puede servir como una herramienta para intentar acabar con la vida de otras personas o con la tuya propia.
Obviamente, la “culpa” no es del medio, sino de cómo se utiliza, y no es más que un reflejo del lado perverso que tienen algunas personas en su interior.
Entusiasta de la seguridad cibernética. Especialista en seguridad de la información, actualmente trabajando como especialista en infraestructura de riesgos e investigador.
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