El condenado controlaba las llamadas de su expareja sentimental y podía hacerle fotografías y grabar vídeos y audios.
El Juzgado de lo Penal número 4 de Almería ha condenado a dos años de prisión por un delito de descubrimiento y revelación de secretos a L. J. M. D., un hombre acusado de obtener “información íntima”, fotografías y vídeos de su expareja mediante una aplicación móvil.
La sentencia, dictada por conformidad de las partes, señala que el condenado instaló en el móvil de su expareja sentimental, “sin conocimiento de esta”, un programa llamado Cerberus. A la vez, se dio de alta en la página web de esta aplicación, que le permitía “mantener controlado y vigilado el terminal”, ya que una de sus funciones es la de localizar la ubicación del teléfono móvil.
El programa permitía al hombre conocer las llamadas efectuadas por su pareja, así como “tomar fotografías y grabar vídeos y audios desde la cámara de dicho dispositivo”.
El juez señala que el acusado, a pesar de haber cesado su relación con esa mujer en agosto de 2012, continuó utilizando dicho programa y “a través del mismo, fue obteniendo información privada acerca de las llamadas, fotografías, vídeos y localización del teléfono”.
Dicha información íntima de su expareja fue recopilada entre junio y septiembre de 2012 y enviada a una cuenta de correo de L. J. M. D. “sin que la mujer fuese consciente de ello”.
Por estos hechos, el procesado ha sido condenado a dos años de prisión por un delito de descubrimiento y revelación de secretos, pena cuya ejecución ha sido suspendida, siempre y cuando no delinca en ese periodo y participe en un programa formativo. A la vez, el juez le prohíbe aproximarse a menos de 200 metros de su expareja, a la que tendrá que indemnizar con 20.000 euros en concepto de responsabilidad civil.
El caso recuerda a otro ocurrido en junio pasado, cuando Antonio Miralles Amorós, juez de lo Penal número 4 de Girona, condenó a dos años y medio de cárcel y multa de seis euros diarios durante 19 meses a Antonio J. S. como autor de un delito de descubrimiento y revelación de secretos con el agravante de parentesco. Esa sentencia castigó el espionaje del móvil de una mujer por parte de su marido para recopilar pruebas de una relación extramatrimonial y aportarlas al pleito civil en el que se dirimía su divorcio. Es la primera que conlleva la entrada en prisión —si no prosperan los recursos— de un condenado por apropiarse de archivos informáticos de su pareja y castigó como agravante el parentesco.
Esa condena a dos años y medio de cárcel es un severo aviso para quienes estén vigilando los dispositivos informáticos de sus cónyuges. Unos delitos que según todos los expertos consultados se multiplican con la proliferación de aplicaciones que facilitan el rastreo de perfiles de Internet y redes sociales.
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