En su labor de espionaje el gobierno chino recurrirá incluso a drones disfrazados de pájaros
Reportes de firmas de ciberseguridad afirman que China ha comenzado a desplegar bandadas de drones disfrazados de pájaros para vigilar a sus ciudadanos. Los dispositivos tienen alas que se agitan de manera tan realista que son difíciles de distinguir de un ave real, incluso los pájaros reales en el cielo a veces vuelan junto a los drones. Estas aves robóticas pueden imitar hasta en un 90% de los movimientos de sus contrapartes biológicas, y también son muy silenciosas, lo que les ayuda a evitar la detección.
El nombre en clave de la operación es “Dove”, y muchos afirman tener motivos para dudar de las intenciones del gobierno con este proyecto. Yang Wenqing, miembro del equipo detrás de Dove, dijo que la tecnología tiene “algunas ventajas únicas para satisfacer la demanda de drones en los sectores militar y civil”.
Distintos medios mencionan con alarmante frecuencia la implementación de tecnologías de este tipo por parte del gobierno chino. Por ejemplo, algunos empleados tienen que usar cascos que escanean sus ondas cerebrales en busca de ira, depresión, ansiedad o fatiga, y eso alerta a sus jefes de cualquier problema percibido. Luego está el sistema de crédito social del país, que monitorea el comportamiento de millones de personas (incluso a través de las redes sociales y las compras en línea), determina cuán moral o inmoral es, y aumenta o disminuye su “puntaje ciudadano” en consecuencia. Aquellos con un puntaje alto son recompensados, mientras que aquellos con un puntaje bajo son castigados.
Incluso en un país conocido por el espionaje extremo sobre toda su población, el grado de vigilancia dirigido a los musulmanes en particular es desconcertante. Se estima que entre 22 y 25 millones de musulmanes viven en China, de una población total de 1.4 mil millones. El año pasado, un estudio de una firma de ciberseguridad descubrió que la vigilancia exhaustiva afecta a muchos grupos religiosos, y tanto los musulmanes como los cristianos protestantes y los budistas tibetanos experimentaron un aumento de la persecución en los últimos cinco años.
Hasta ahora, los aviones no tripulados del programa Dove han sido puestos a prueba en más de cinco provincias, y tal vez no sea una coincidencia que se hayan utilizado ampliamente en un área en particular: Xinjiang, una región del noroeste poblada una minoría étnica mayoritariamente musulmana. El gobierno ha considerado durante mucho tiempo a la región un caldo de cultivo para el separatismo y el extremismo. El área ahora está sujeta a un mayor nivel de vigilancia, con autoridades recogiendo muestras de ADN, huellas dactilares, escáneres de iris, muestras de voz y tipos de sangre de los residentes.
“El gobierno chino piensa que estos musulmanes tienen pensamientos incorrectos”, escribió Maya Wang, investigadora experta en el país asiático, “porque se identifican más con turcos y musulmanes. Para corregir estos pensamientos, y convertirlos en súbditos leales del Partido Comunista Chino, el gobierno necesita rediseñar sus identidades y controlarlas de cerca”.
Expertos en ciberseguridad del Instituto Internacional de Seguridad Cibernética afirman que los experimentos chinos de vigilancia están teniendo un impacto en otras partes del mundo, pues algunas de las nuevas tecnologías que las autoridades permiten probar en las regiones pobladas por musulmanes podrían ser adoptadas por otros regímenes totalitarios.
Entusiasta de la seguridad cibernética. Especialista en seguridad de la información, actualmente trabajando como especialista en infraestructura de riesgos e investigador.
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